martes, 11 de febrero de 2014

Con sabor a sábado.

En el momento en que llegas a casa, cierras la puerta y SONRÍES... En ese preciso momento piensas cómo narices se supone que has estado llegando a casa el resto de días, porque se suponía que también habían sido tiempos felices y buenos.
Casualidades, siempre casualidades te llevan a nuevos comienzos. Cuándo y cómo menos te lo esperas alguien se gira y te ofrece un chupito, por ejemplo. O con las mismas, te pregunta si eres hermana de...  y se sabe hasta tu nombre. Siempre en el momento preciso y adecuado, porque anda que no hay mesas, y anda que no hay bares... Y para que te sigas preguntando cómo es posible, siguen las casualidades y se acaba en un lugar diferente pero de nuevo con esa misma persona.
Yo creo que mucha gente puede sacar lo mejor de ti, y creará noches de esas que no se olvidan. Pero no todas las personas pueden hacerlo, y muchas de las que pueden, no lo harán. 
Por eso dame un señal y me la juego.
Da igual si todo forma parte de un plan o es casualidad, porque la sonrisa, al cerrar la puerta, fue mía, pero tú hiciste que estuviera allí. 

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